Beneficios y consejos para correr sobre arena
Para los amantes del running, unas vacaciones en la playa pueden ofrecer la preciosa oportunidad de correr sobre la arena, una experiencia estimulante y diferente a la habitual sesión de jogging por las calles, parques y senderos de la ciudad. Esta práctica, de hecho, representa la oportunidad de seguir tu plan de entrenamiento en un entorno natural verdaderamente evocador, aportando así numerosos beneficios físicos y mentales.
Sin embargo, es importante subrayar que correr sobre la arena es una actividad que requiere tanto músculos como articulaciones y, por tanto, debe abordarse de forma graduada y siguiendo las precauciones necesarias. El primer consejo fundamental es, por tanto, evaluar atentamente tu condición atlética y evitar sobrecargar tu cuerpo: la llamada de un entrenamiento junto al mar, quizás al amanecer o al atardecer, es sin duda sugerente pero puede presentar, como veremos, algunos inconvenientes. También es importante tener la capacidad de controlar su estado físico y su rendimiento, para poder estructurar sus cargas de trabajo de manera armoniosa y acorde con sus necesidades.
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¿Correr sobre la arena es bueno o malo?
Correr en la playa puede romper la monotonía que muchas veces corremos el riesgo de encontrar y enriquece una rutina de entrenamiento habitual con una experiencia diferente y estimulante. Antes de empezar, sin embargo, es fundamental responder a una pregunta que se hacen los corredores de nivel avanzado y los simples aficionados: ¿correr sobre arena es bueno o malo? La respuesta, como suele ocurrir, no es unívoca: como ocurre con cualquier actividad física, de hecho, existen beneficios y riesgos que deben evaluarse teniendo en cuenta tanto las variables ambientales como la condición atlética. Veámoslos juntos.
Beneficios
Entrenar junto al mar no es sólo un desafío para el cuerpo, sino también una oportunidad para mejorar la condición física de una manera que el terreno duro no puede ofrecer. Estos son los principales beneficios de correr sobre arena:
Fortalecimiento muscular. La arena es una superficie inestable y flexible: a cada paso, los pies se hunden ligeramente, obligando a los músculos y tendones, especialmente los de la pantorrilla, a trabajar más para estabilizar el cuerpo y empujarlo hacia adelante. Este aumento de la actividad muscular puede conducir a una mejora general de la fuerza de las piernas y del core.
Menos impacto en las articulaciones. A diferencia de las superficies duras, la playa absorbe una mayor cantidad de energía creada por el impacto del pie con el suelo, reduciendo así la tensión en las rodillas, los tobillos y la espalda. Esto puede resultar especialmente ventajoso para quienes sufren dolores en las articulaciones o para quienes se están recuperando de una lesión y quieren, por ejemplo, fortalecer sus tobillos de forma natural y dinámica.
Mejora el equilibrio y la coordinación. Correr sobre arena inestable obliga al cuerpo a trabajar más para mantener el equilibrio y, por tanto, puede ayudar a mejorar la coordinación y la propiocepción.
Mayor consumo de calorías. Un corredor que entrena en la playa y quiere intentar mantener un alto nivel de rendimiento debe utilizar una cantidad de energía mucho mayor. Esto hace que correr sobre arena sea un ejercicio muy eficaz para quienes buscan mejorar la composición corporal. Naturalmente, es importante saber qué comer antes de correr, para tener la reserva de energía adecuada sin sobrecargar el cuerpo.
Reducción de la monotonía. Superar el aburrimiento de un entrenamiento muchas veces demasiado parecido es fundamental y no sólo en la carrera. Por lo tanto, la formación en situaciones y contextos paisajísticos en constante cambio puede ser un método excelente para superar la falta de estímulos. Además, el entorno natural de la playa, con el relajante sonido de las olas y la vista al mar, puede ayudar a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo.
Precauciones
¿Puede doler correr sobre la arena? Reconocer la importancia de los riesgos derivados de una actividad es un primer paso imprescindible para evitar la posibilidad de lesiones y no desperdiciar los esfuerzos que supone un entrenamiento tan exigente. Veamos juntos qué precauciones tener en cuenta:
- Comience gradualmente. Especialmente para los atletas menos entrenados, es esencial empezar con sesiones cortas y de baja intensidad para que el cuerpo se acostumbre al nuevo tipo de esfuerzo. Para quienes están acostumbrados a correr 45-60 minutos, incluso 15-20 minutos pueden ser más que suficientes. Exigir al cuerpo una hora de actividad en la playa sin la preparación adecuada puede lastrar los músculos y ser perjudicial para las articulaciones.
- Evite una superficie demasiado blanda. Correr sobre arena demasiado blanda puede aumentar la inestabilidad de tu pisada y, en consecuencia, el riesgo de lesiones. Es mejor optar por zonas cercanas a la costa, donde la arena húmeda es más compacta y ofrece una superficie más estable que disipa menos energía.
- Calzado. Especialmente para los principiantes, es una buena idea llevar calzado adecuado, preferiblemente con un buen soporte en la zona del tobillo, para dar mayor estabilidad a la zancada. Aunque correr descalzo por la arena es fascinante, entraña muchos riesgos, por lo que es importante proteger los pies de objetos punzantes, como fragmentos de conchas y rocas ocultas.
- Cuidado con las señales del cuerpo. A medida que aumenta la intensidad del entrenamiento, es importante prestar atención a las señales corporales. Correr sobre la arena sobrecarga especialmente el tendón de Aquiles y no es recomendable para quienes acaban de sufrir una lesión muscular o articular: en este caso es mejor caminar que correr, para fortalecer gradualmente la parte convaleciente. No obstante, se recomienda interrumpir el entrenamiento rápidamente ante la aparición de dolor, fatiga excesiva u otros signos de malestar físico.
- Cuidar la hidratación. Correr sobre arena suele implicar una mayor pérdida de líquidos a través del sudor, por lo que es fundamental evitar las horas de más calor e hidratarse adecuadamente antes, durante y después de la actividad para mantener un alto rendimiento y prevenir el riesgo de deshidratación.
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